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¡Alza del suelo, levántate: vil figura de hombre!,
que los días y sus noches de tiempos venideros
rebosarán de infamia, y semejante ultraje
hasta las alimañas del frondoso bosque recordarán.
Pues: ¿cómo será la embarazosa pesadumbre
de un hombre aprisionado en su podredumbre,
que ya no deja sitio en el camino para la imagen
de aquél que lo modeló con sus cariciosas manos?
¿Cómo restituirle al hombre su dignidad,
ya perdida en tristes caminos polvorientos,
mancillado su espíritu, trillada su vacuidad?
Que mis lágrimas honren la medida del hombre,
del que pudo haber sido y no fue; del hombre cuya utopía
era alondra mensajera de la mañana, de la mañana
que abre sus párpados, sus oídos, y huele gozosa
el tonificante perfume de las flores aromáticas.
¡Ay, desolación: barca y huracán en el océano!
Juan-José Reyes Ríos