POEMA III
Nunca sabremos con total certeza
cual fue el ojo de la mirada
que cautivó nuestros sentidos.
Tampoco será fácil reconocer
el ojo que condenó a perpetuidad
estos rutinarios actos.
Lo que sí corroe con furia
los bajos fondos del alma
es esta libertad a medias
a que nos condujo ciegamente
ese ojo, esa mirada.
Luis Raúl Calvo