PUESTA DE SOL
A NÚÑEZ DE ARCE
Bajo el verde dosel del emparrado
que protegió la siesta bienhechora,
los nietos en falange decidora
conquistan al abuelo idolatrado.
Cuenta el viejo con tono reposado
la historia de una bruja seductora,
mientras con dulce voz arrulladora
duerme la madre al Benjamín amado.
Del estanque el espejo cristalino
reproduce con tono mortecino
de la puesta de sol la luz incierta,
y se deja escuchar claro y vibrante,
el himno del trabajo que triunfante,
un robusto gañán alza en la huerta.
Rafael Ochoa