LA RUEDA DE SILENCIOS

La rueda de silencios desenrolla la historia,
desde la inconciencia al conocimiento de nosotros mismos,
criando palabras desde ser vocales hasta describirnos
en respuesta a los textos hechos desde letras de nosotros mismos.

Estas letras de palabras nos tejen en verbos, vida de todos
en brote de conversaciones y acuerdos.
Y entonces nos edificamos, de ciclos tratado
entre conversaciones
                edificios de acuerdos
construidos
              en sociedades tratado
de palabras
                civilizaciones.

Nosotros los hombres somos voces,
gritos de la noche
ante el coro de la rueda de silencios,
testimonios de presentes cautivos del ayer,
de la nada hechos argumentos,
        banderas
enarboladas de historias sin sabiduría.

Ser es estar.
Y la sociedad
es nuestra capacidad
                      de estado.

La sociedad es la naturaleza del hombre al realizarse.
En ella el hombre define la calidad de su civilización.

Dos cosas toca hacer al hombre al ser:
conocer desde su individualidad subjetiva
y tomar estado como sociedad histórica.
Para tomar estado creamos el matrimonio, el trabajo y al poder.
Para conocernos es que existen las universidades y la sabiduría.

La política
es el arte del poder,
socialmente nos da estado
gobernándonos entre nosotros.

La cultura es la ruta de nuestro encuentro,
los testimonio en nuestra búsqueda.
Es la experiencia conciente
en la lucha por la sabiduría, pues
por el mundo crecemos recolectándonos
de todos a nosotros mismos. La cultura
es una investigación universal,
desde los individuos,
con la que concluimos en ser colectivos.

La rueda de los silencios se está llenando de voces.
Las voces de nuestras almas colmaron su oscuridad.

Porque los tiempos del mundo como materia
devoraron la luz universal al poseernos
nuestra identidad global delira en bloques
mientras nacemos, crecemos y morimos
                                      sin la visión
                                      de nosotros mismos.

La sociedad es la estructura
                      que aportamos todos al ser
integrándonos como civilización, tonallo de potencias.
En ella se realizan celularmente todos sus individuos.
Creándola, como una nueva entidad holística, de todos.

La rueda de los silencios llena con voces almas vacías.
Porque esta alma se quebró en fantasma
                        implosionó la realidad a sus sueños.

Soñar estuvo en que creíamos estar despiertos.
                                      Y cuando despertamos
se abrió la rueda de todos nuestros silencios.
Y al fin acertamos comprenderlo,     al escucharnos
                                  en los otros
a nosotros mismos.