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SOLSTICIOS

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  Solsticio de verano arrejuntado al vuelo. Vamos, hombre de la bolsa con pan. Vamos, alpargatero de alpargatas de murciélago. Vamos, verdoso brote de pigmentos. Vamos, ladrillero de ladrillos, calador de la cal encalada. Bebamos el verano de nubes móviles, de corpúsculos que corren las ansias. Vamos, que el agua no fructificada hay que atravesarla de una vez y sin reposo.

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  Solsticio de cruce de termómetros. Salto arriba demos que el salto abajo nos lo dan las alas. Solsticio que quiebras las luces y abres los postes tendidos por navegantes más viejos, haz las cuerdas de los fósforos y los cabezales de las llamas.

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  El pan guarda mis dedos en reposo. Tin Tón, al refregarse. Tin Tón, al darle con el balaustre de hierro colado que mis uñas colaron y que van pintadas de liquen en la bolsa que llevo colgada. Mi pan está verde. Las hormigas están verdes. Solsticio de verano verde que me manchas el rostro con truenos y mezquindad de agua. Solsticio de verano que anuncias mi postura con tus escándalos mañaneros. Solsticio gritón tumbas piedras de los cerros.

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  Vamos, aguador que no has sacado nada del verano. Vamos, haz de ti un colador proveedor de provisiones. Vamos surtidor, surte bien surtido. Chorros de mentol en los oídos, de mierda en tu ombligo cagador de lombrices, de lombrices en el hueco ballenero que te abre la cabeza. Surte al mismo verano quemador del pan podrido. Surte a tus alforjas brotadas de gusanos. Surte, para ello llevas orificios.

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  Solsticio regador de mil cabezas. La tierra se chupa mis amores y te quedan colados y en reposo diez millones de testigos. Amásalos, solsticio, en una masa negra. Juega, solsticio, con la pelota fecunda que he botado a la tierra. De una mano a otra solsticio, de un poste a otro solsticio, de un abandono a un abandono solsticio qué carajo. Alalimón, alalimón, que el solsticio se marcha jugando. Alalimón, alalimón, que la vieja muerte está en la cueva. Alalimón, alalimón.

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  Alalimón solsticio que el día se queja de largura. Astron ponedor de huevos. Astron machacante componedor de esteras. Astron del día largo que me quema. Astron alzado promovedor de alzamientos, calentador de vírgenes de piernas largas. Márchate al mismísimo infierno Vernal que este calor suda sudaderas y el hemisferio boreal tiene hundida la cabeza.

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  No ves, Vernal, que las culebras se enredan en las piernas de las muchachas nacidas del calor de la tierra. Alalimón, Vernal, que las desfloraciones sólo se suceden en el hemisferio austral. De noche, Vernal, se penetran las bulbas. De noche, Vernal, que soy un sudor y me sudo el alma y la dejo quieta y se me va la vida, Vernal, en tu día largo. Vamos, hombre de catapulta y hongos. Vamos catapulta, catapulta los huevos de Astron. Vamos, alalimón, alalimón, saca la vieja de la cueva. Baila vieja, conmigo, Astron nos da un día largo.

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  Alalimón, el puente se ha caído. Alalimón, nos jodimos sin el puente. Alalimón Astron pasa por debajo de mis brazos tendidos. Pásate a la noche austral, alalimón, que no quieres darme la oscuridad de las bases sin techo. Alalimón, la noche nos dará una bulba tejida de recuerdos. La noche, Astron, trágate una espada y estalla en vertederos de luz que no ilumine. Qué venga la oscuridad y el cambio de hemisferio: la noche habrá de ser larga. Te invito a que juguemos. Dame las manos. Pasa solsticio de verano. Alalimón,  alalimón, el puente se ha caído. Abre las piernas, mira solsticio la ebriedad nacida de tubérculos. Pasa, solsticio, por debajo, el puente se ha caído.

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    Hiemal, el de la noche larga y de la cópula inacabable. Voy a elevarte a la categoría de un dios a horcajadas sobre tu noche larga. Regaré semen abundante sobre los restos esparcidos de membranas rotas que se han aprovechado de ti para desligarse de la piedad. Hiemal, el pisador, el sustentador de hembras siempre insatisfechas. Hiemal, oscuro oscurecedor, protector de las entradas y cuidador de la vida. Con la regadera regaré regando la inmensa pelota de mierda que Vernal te consignó en el sembradío de cabellos que divide los hemisferios.

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  Solsticio de invierno envuelto en sábanas sudadas. Oscuro oscurantismo del oscurecimiento que oscuramente protege todas las maldades en las escoforias, libatorios y lavatorios de mujeres entiempadas. Me siento tan solo, Hiemal, abrazado de los olores. Tan triste estoy, Hiemal, poniendo sobre mi vientre un vaso sacado de esta vida cagante. Estuve acurrucado calentando los huevos de Astron, buscando una germinación y he aquí Hiemal que vivo tu noche cargada de mujeres que no amo.

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  Compréndeme solsticio de invierno. Entiende que mi espera a tu oscuridad, a tu noche preñada, era el simple seguimiento de mis pasos. Date cuenta que mi alforja está cuarteada, que el pan que me quedaba ya no puedo comerlo. Mira que he venido a la oscuridad enceguecido buscando paños mojados en la bondadosa hendidura para ponerlos en los bordes donde una vez tuve dedos, en el hueso tenso de mi sexo gastado, en la concavidad de los huecos cóncavos que abren ventilación a mi cerebro.

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  Hiemal, quería una noche de amor. Date cuenta de la circularidad. Comprende lo que hace posible la gran cópula hemisférica y entiende a mi sexo hambriento que quiere cubrirse de carne desfoliada de los sembradíos. Estoy triste, solsticio;  entiéndelo. Una nube de murciélagos no es suficiente ya para procurar cobertura a mis pies. Quiero pan. Quiero humedad. Mira mi cara;  mete tus extremidades en los poros abiertos. Huéleme Hiemal, huéleme que huelo mal. Lávame, báñame con la leche de todas las mujeres de tu noche larga. Enjuágame con la atemporalidad que se lleva su sangre marchita.

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  Pisa pisador, pisa la noche larga y tu día corto, pisa la noche corta que no me dio suficiente y el día largo que me dejó extenuado. Estoy cansado, date cuenta de mi deformidad, date cuenta de lo mucho que he andado. Mira hacia atrás, ve, constátalo, piensa que es suficiente para mí, que a cualquiera pudo pasarle lo mismo, que no soy el único. Mi locura es verde y flota tranquila. Mi amargura es clara y su recipiente grande. Mi muerte está guardada en una cueva verde. Mírala, ahí está, pisa pisé la noche y el día, saltando, pisa que piso, marcando en el suelo hemisferios con una tiza.

autógrafo

Teódulo López Meléndez


«Los folios del engaño» (1979)

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Incluido en Los folios del engaño. Editorial Monte Ávila, 1979.