DULCE SOLEDAD
Dulce soledad que me acompañas
y que en las noches te duermes a mi lado,
con tu presencia hueca te recuestas,
y me das entre las sombras tus manos.
Dulce soledad, amiga mía,
no me dueles ni me haces daño,
aprendí a necesitarte y a estar a tu lado.
Dulce soledad, pobre soledad,
nadie te quiere y yo, sin embargo,
te agradezco los silencios y el espacio,
las horas que me escuchas atenta,
y tus ojos y tu cuerpo imaginario.
Teresa Aburto Uribe