EN EL MULADAR
SONETO
Mendigo: tu blasfemia me estremece...
Deja que olvide a Dios el venturoso;
pero tu labio hambriento y asqueroso
con renovada fe bendiga y rece:
Todo, menos su Dios, le pertenece
al opulento, sano y poderoso,
y el pobre, enfermo, triste y haraposo,
de todo, excepto de su Dios, carece.
Dios es al cabo el único enemigo
del vano, del audaz, del sibarita,
y la sola esperanza, el solo amigo
del que llora, padece y necesita...
¡Sin Dios, el universo se anonada!
¡Sin Dios, el rico es Dios, y el pobre nada!
1855
Pedro Antonio de Alarcón