LA PRÓXIMA OLIMPIADA
Es la hora de las vidas salientes.
Se han desposeído de agujeros,
del parabrisas de las ciénagas.
Y están confabuladas con sí mismas,
con los fantasmas del estar muriendo
sobre las rocas de las maldiciones.
Los otros, los de siempre
—burbujas en cuclillas,
tic-tac de soledades—,
tiran la luz y el movimiento esconden
en la estrategia del dolor en cueros.
Ni estrellas ni satélites los miran.
No les ha sido dada
la ley de tener ojos y acercarse
a la sonrisa de la llama
de los atletas de la libertad.
Pedro García Cabrera