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VEO una abeja rondando no existe esa abeja ahora
pequeña mosca con patas lacres mientras golpeas cada vez tu vuelo
inclino la cabeza desvalidamente
sigo un cordón que marca siquiera una presencia una situación cualquiera
oigo adornarse el silencio con olas sucesivas
revuelven vuelven ecos aturdidos entonces canto en alta voz
párate sombra de estrella, en las cejas de un hombre a la vuelta de un camino
que lleva a la espalda una mujer pálida de oro parecida a sí misma
todo está perdido las semanas están cerradas
veo dirigirse el viento con un propósito seguro
como una flor que debe perfumar
abro el otoño taciturno visito la situación de los naufragios
en el fondo del cielo entonces aparecen los pájaros como letras
y el alba se divisa apenas como la cáscara de un fruto
o es que entonces sumerges tus pies en otra distancia
el día es de fuego y se apuntala en sus colores
el mar lleno de trapos verdes sus salivas murmullan soy el mar
el movimiento atraído la inquieta caja
tengo fresca el alma con todas mis respiraciones
ahí sofoco al lado de las noches antárticas
me pongo la luna como una flor de jacinto la moja mi lágrima lúgubre
ahíto estoy y anda mi vida con todos los pies parecidos
crío el sobresalto me lleno de terror transparente
estoy solo en una pieza sin ventanas
sin tener qué hacer con los itinerarios extraviados
veo llenarse de caracoles las paredes como orillas de buques
pego la cara a ellas absorto profundamente
siguiendo un reloj no amando la noche quiero que pase
con su tejido de culebra con luces
guirnalda de fríos mi cinturón da vuelta muchas veces
soy la yegua que sola galopa perdidamente a la siga del alba muy triste
agujero sin cesar cuando acompaño con mi sordera estremeciéndose
saltan como elásticos o peces los habitantes acostados
mis alas absorben como el pabellón de un parque con olvido
amanecen los puertos como herraduras abandonadas
ay me sorprendo canto en la carpa delirante
como un equilibrista enamorado o el primer pescador
pobre hombre que aíslas temblando como una gota
un cuadrado de tiempo completamente inmóvil

autógrafo

Pablo Neruda, 1925


«Tentativa del hombre infinito» (1925)

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