PRIMAVERA DE 1980. PARA RANDY WESTON
El misterio del amor es
el misterio del amor
y ahora son las doce del día y
estoy desayunando un vaso de té
mientras la lluvia se desliza
por los pilares blancos
del puente.
En coches perdidos, con dos o tres amigos lejanos, vimos de cerca
a la muerte.
Borrachos y sucios, al despertar, en suburbios pintados de amarillo
vimos a la Pelona bajo la sombra de un tenderete.
¡Qué clase de duelo es éste!, gritó mi amigo.
la vimos desaparecer y aparecer como una estatua griega.
La vimos estirarse.
Pero sobre todo la vimos fundirse con las colinas y el horizonte.
Roberto Bolaño