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DON JUAN

Es mediada la noche. En el cielo
no hay joyeles de oro y de plata;
esta noche la sombra desata
su más tupido velo.

Por los techos un gato de Angora
da esta alegre, gentil serenata:
—«Del amor es la mágica hora,
ven, amada; intranquilas
mis veladas discurren. Tú solo,
de brillantes pupilas
como arenas de rico Pactolo
calmarías mis penas amada;
abandona el fogón, la enramada
trepa, al tejado sube:
que yo mire tu lengua rosada,
tu piel, color de nube.

»Ven, es noche de amor; si me quieres
escucha mis trovas;
oirás cuentos de lindas mujeres
adoradas en lindas alcobas.

»Al través de una verde persiana
vi a un doncel que a una dama pedía
no sé qué. Mas la bella sultana
¡ay! no lo concedía.
El galán puso mano en el seno
de la bella, y rompida la bata;
vio surgir de amor lleno,
dos botones de vivo escarlata.
Otro nido: risueña paloma
al espejo sus carnes admira,
mientra un mozo entre holandas asoma
Y con lúbricos ojos la mira.
Uno, místico, al pie de la cama
acaricia la cruz que sujeta
pende al cuello gentil de su dama;
otro, joven, amante y poeta,
rima un beso en los labios que ama.

»Ven conmigo a vagar por el techo;
del palacio a la humilde buharda,
el de oro y el mísero lecho
cada uno dos cuerpos aguarda.

»Ven, deseo tu lomo de raso
tu fosfórica vista de estrellas;
que yo mire en la sombra, a tu paso,
diminutas y blondas centellas.
Ven, querida, a mi amor, como antes,
Yo mire cuál pueblas
con tu dicha tejado distantes;
y perforen tus ojos brillantes
cortinas de tinieblas.

»Ven, mi amor, intranquilas
mis veladas discurren. Tú solo
de áureas pupilas
como arenas de rico Pactolo,
calmarían mis penas, amada;
Abandona el fogón, la enramada
trepa, al tejado sube;
que yo mire tu lengua rosada
tu piel color de nube».

                        *

Calló el dulce y amable trovista;
con sus ojos de ciega la noche
presenció la amorosa entrevista...
Un suspiro de amor, un reproche,
un murmullo rodó en el ambiente
y murió en las tupidas ramadas...

Y Don Juan por el techo eminente
va rasgando la sombra silente
con agudas y verdes miradas.

autógrafo

Rufino Blanco Fombona


«Pequeña ópera lírica» (1904)

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