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LICORES Y BOTELLAS

Casó una linda muchacha
Con un galán más que feo,
Y sus ex-galanes todos
Coléricos la riñeron:
«¡Cómo es posible! —decían—
¡Esto está clamando al cielo!
¡Ver a un lirio atado a un cardo,
Un serafín a un espectro!»
Ella, modesta y sesuda,
No les hizo ni un mal gesto,
Que en almas llenas de dicha
No caben resentimientos;
Y además, los desechados
Disfrutan del privilegio
De ser, en módicas dosis,
Impertinentes y necios.
Díjoles tan sólo: —«Amigos,
Mi razón es mi secreto;
Mas ya que, por lo que escucho,
Tanto os importa el saberlo,
Venid a comer mañana
Conmigo y mi esposo y dueño;
A la mesa os diré todo
Y os marcharéis satisfechos».

Vinieron. Viandas magníficas
Por su costo y su aderezo
Poblaban la arena cándida
Del bucólico torneo;
Y, como oficialidad
De aquel pacífico ejército,
Vinos en ánforas varias
Descollaban pintorescos.
Algunas de esas (que en prosa
Botellas son, si no en verso)
Eran de ruin material
Y de artífice grosero;
Pero los más atraían
Como al pajarillo el cebo
Con sus formas y sus tintes
Y cristalinos reflejos.
Llegado su turno a Baco
Venus dijo: —«Caballeros,
Cada cual manda en su gusto,
Servíos al gusto vuestro»;
Y obedeciendo solícitos
Tan cómodo mandamiento,
Al capricho de los ojos
Mano y copa dirigieron.

«¡Qué Jerez!» —dice pianísimo
Juan a Luis—, «¡es un descrédito!»
Y Luis respóndele: —«Cállate,
Que el tinto raya en herético».
Y al tiempo mismo murmúrale
Pedro a Blas: —«¡Qué Oportol Es pésimo»,
Y Blas replícale: —«El Málaga
Pudiera servir de emético».

La señora interrumpió
Este diálogo indigesto
Diciendo: —«Quizá esos vinos
No os dejarán muy contentos».

—«¡Qué! —respondiéronla todos—
¡Son excelentes». «Soberbios!»
«¡Inmejorables». «Magníficos!»
«Néctar puro». «Sabe a cielo».

—«¡Ah! —repúsoles— vosotros
La errasteis de medio a medio;
Habéis vertido los malos
Y desechado los buenos.
Haced a un lado esas lindas
Botellas que os sedujeron
Y probad de aquellos barros
Condenados a destierro...»
Cataron, y entonces sí,
Con un entusiasmo auténtico
Exclamaron esos mismos,
Políticos embusteros:

—«¡Es verdad!»—«Hemos mentido»—
—«¡Esto es vino!»—«¡Ni el Falerno!»—
—«¡Esto multiplica a un vivo!»—
—«¡Esto resucita a un muerto!»—
—«Esto explica la embriaguez».—
—«Yo también, ya la comprendo».—
—«¡Néctar envasado en barro!»
—«¡Oro, de tierra cubierto!»

—«¡Señores —dijo la hermosa—,
Saboread mi secreto:
Ese vino es mi marido,
Que idolatro y que venero.

»El alma es el hombre. El alma
Le da su rango y su precio.
¡Feliz quien supo elegir
Viendo el licor y no el tiesto!»

autógrafo

Rafael Pombo


«Poesías Completas»
Fábulas y verdades


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