EL ¡AY! DE LA ITALIANA
Busca anhelante y trémulo
El fiel imán su polo,
Buscan los ojos ávidos
La luz que les faltó.
Si prisionera tórtola
Trinado canto alienta,
No canta, más lamenta
El campo en que nació.
Así te busco idólatra,
Querida Italia mía,
Con tu aromada atmósfera,
Tu cielo azul turquí.
Y si una muda lágrima
Surca mi rostro en tanto,
Mi lágrima no es llanto,
Pero recuerdo sí.
A la hora del crepúsculo,
Dulce hora del suspiro,
Cuando en su lecho espléndido
El sol muriendo está,
Tal vez cortando rápida
La golondrina el cielo,
Corre a abismar su vuelo
Por donde el sol se va.
Mi alma es como ella, un pájaro,
Meridional como ella,
Y al escuchar la música
Que hasta en su nombre hay,
¡Oh Italia!... entonces férvida,
Feliz a ti me lanzo;
Mas ¡ay de mí!... no alcanzo...
Solo voló mi ¡ay!...
Nueva York, septiembre 26: 1856.
Rafael Pombo