EL CÓLERA Y YO
¡Tun, tun! —¿Quién es? —El cólera.
—A la otra puerta, amigo.
—Vengo por ti —Te digo,
Déjame en paz dormir.
—¡Cabal, señor filósofo!
Son esos mis empeños:
Al sueño de los sueños
Te vengo a conducir.
—¡Soñaba yo en mi patria,
Patria querida mía,
Dichosa la veía
Amor de los demás!
Tu niegas a mis ojos
Esa visión dorada,
Y es una tumba helada
La patria que me das.
—¡Imbécil! En el mundo
¿Qué patria el hombre tiene?
El de su patria viene,
Y hacia su patria va.
¡Al cielo! Nave mísera
Lanzada al mar desierto;
Saliste ayer del puerto
Y al puerto vuelves ya.
¡Soñaba con mis padres,
Hacía sus delicias,
Pagaba sus caricias,
Honraba su vejez!
¡Ah! tú, cruel, injusto,
Me llevas y los dejas,
Y sus profundas quejas
No aliviaré tal vez.
—¡Mal hijo, es Dios tu padre!
El que a tus padres ama,
Y a ti y a todos llama
Al verdadero hogar.
Piadoso bendiciéndolos
Y bendecido mueres,
¿Mayor ventura quieres?
¿Te deberán llorar?
—¡Soñaba en mis hermanos,
Amigos por Dios hechos:
Mamamos de unos pechos
Un mismo corazón.
Y el llanto es ¡ay! tan dulce
Llorado entre sus manos,
¿Tú qué me das? gusanos,
iTriste compensación!
1856.
Rafael Pombo