OÍ UNA VOZ
Oí una voz que al alma
De mi alma vino
Alzando en su honda calma
Gran torbellino;
Dormida historia,
Borrasca ingrata y dulce
De la memoria.
Instantes infinitos...
Noches de luna...
Relámpagos benditos
De la fortuna,
Éxtasis, celos,
Horas délos infiernos
Y de los cielos.
Todo a un golpe despierta
Con un acento
Un Sésame a la puerta
Del pensamiento;
Y casi lloro,
Y nadie ve a quién miro
Ya quién adoro.
Washington, mayo 8: 1871.
Rafael Pombo