CAMPESINA COSTARRICENSE
En tu carro de bueyes, la mañana
te halla en camino a la ciudad distante;
reverbera en tus ojos de diamante;
y diseña en tu faz rosas de grana.
Finges una viviente porcelana,
cuando el Sol besa, con pasión de amante,
tu rostro encarminado y rozagante
como la madurez de una manzana.
Entre tus gruesos labios encendidos,
al Sol le muestras en señal de gusto,
cual granos de maíz, dientes pulidos;
y, cediendo a su erótico reclamo,
alzas la faz, que sale de tu busto
como si de un jarrón saliese un ramo.
José Santos Chocano