EL AGUA PURA
He salido a los campos, como en busca del aire
puro de la mañana. Y en la eclógica senda,
me he encontrado a una moza del más noble donaire;
y me he sentido un poco príncipe de leyenda.
¿Será esta rica moza, de rostro de manzana
y cintura de junco, bíblica aparición,
que las espigas rubias de mis sueños desgrana
y hace el pan de la dicha para mi corazón?
Huele a heno y a flores y a inocencia esta moza:
trae el cántaro fresco de la Samaritana;
y por entre sus libres cabellos, se alboroza
el virgiliano y lírico aire de la mañana.
¡Campesina, detente! Calma mis ansiedades.
Dame a beber de tu agua, que ha de ser agua pura;
porque estoy harto enfermo de vivir en ciudades
y siento ya el mal triste de la literatura.
Pero dime tu nombre: cantaré en versos sanos,
fáciles y robustos tu espontánea belleza;
y ella dijo, poniéndome el cántaro en las manos:
—Cúrate de los libros. ¡Soy la Naturaleza!—
José Santos Chocano