A UN ASNO
Joven asno, que trotas y te alejas
con tu carga de amor, oye mi acento;
y no porque te zumbe alegre el viento
sacudas tus larguísimas orejas.
Óyeme, asno cruel, ¿por qué no cejas?...
¿Por qué huyes con tu aldeana en el asiento,
si símbolos de dicha son, jumento,
las herraduras que estampadas dejas?
¡Joven asno, oye bien! Yo te daría
este rincón que es el mejor del prado,
este árbol que hace sombra todo el día,
este arroyuelo que temblando arranca...
¡por ese pie que aprieta tu costado,
por esa mano que palmea tu anca!
José Santos Chocano