SINFONÍA DE AMOR
Dame el arpa, mujer: si quieres versos
palpitantes y tersos,
puros y cristalinos, dame el arpa.
¡El formidable león que horror pregona
cuando halaga a la leona
guarda y recoge la filuda zarpa!
En la eminente cúspide y erguida,
como si de la vida
fueras hermoso y celestial emblema,
apareciste sobre el campo yerto;
y el zarzal se hizo huerto
y la estrofa lilial se hizo poema.
No es más radiante el sol cuando se asoma
hacia la verde loma,
por detrás de la cúspide elevada:
surgiste; y se hizo entre mi noche umbría
el génesis del día,
al hágase la luz de tu mirada!
El que de un solo golpe ha roto un yugo,
estropeando al verdugo,
rinde ante ti sus esplendentes galas;
y te invita a subir. ¡Vamos al cielo!
que si no es para el vuelo,
¿para qué tienen nuestros hombros alas?
¿Jugarás con los astros y las nube?,
si hasta el empíreo subes:
y saltando de asombros en asombros,
quizá el arpa de versos soberanos
se caerá de mis manos,
pero nunca las alas de mis hombros.
Y bajaremos hasta el bosque luego,
y delirante y ciego
cruzaré el bosque como un león herido.
¡Haré que el bosque a nuestro paso se abra
con golpes de palabra,
y nos reciba como al ave el nido!
Saldremos de los bosques a los mares;
y al son de mis cantares,
con ruda proa y con hinchada vela,
rasgaremos el pliegue de la bruma,
mirando ambos la espuma
con que cuaja su látigo la estela
La ola de espumosas explosiones
mezclará en sus canciones,
con gritos de titán, gorjeos de ave,
Eolo soplará. ¡Neptuno mismo
surgirá del abismo
a servir de piloto en nuestra nave!
Lánzate sobre frágil carabela,
desplegada la vela;
y sondeando mi espíritu profundo,
tu anhelo alcanzarás. Avanza, avanza;
ten fe, ten esperanza:
¡oh Colón de mi amor, toma este mundo!...
Soy áspero, y tan áspero, ¡oh zagala!
que con un golpe de ala
te habré herido quizás... Pero perdona:
la que al vate perdona y da consuelo
se hace reina del cielo,
¡aunque aquí sea reina sin corona!
¡Ah! no te extrañen mis canciones rudas:
en las hachas filudas
vibra el canto de muerte y de trabajo...
¡El hierro es el trabajo y es la muerte;
que por extraña suerte
también se da la vida con un tajo!
José Santos Chocano