OFRECIMIENTO

Heme aquí de nuevo, poesía, vuelto hacia ti el rostro,
el corazón, silencioso hasta más no poder
bajo el peso de tu propio silencio,
tocado de la lejanía (le tus propias rechazantes lejanías.

Heme aquí, de nuevo, con voz desnuda y sin eco,
apoyada en el vacío,
vuelto hacia ti, todo oídos,
expectante, instrumentable, tenso,
pálido de tu propia anhelada palidez.

Vengo a venderte el alma
a cambio de una mención exacta,
de oir con claridad tu difuso, esparcido mensaje,
a cambio de poder esculturar los colores de tu nombre, tu peso.

Arráncame del oído el rumor del mar,
del corazón el amor perdido.
Tómame entero en lo que de mí te corresponda,
déjame en absoluta pobreza de lo que en mí, para mí había reservado;
el invierno natal que en mí, para mi vuelta definitiva preservé,
el amor primero que a mi soledad solitaria acompaña,
la misma soledad.

Llévatelo todo, déjame a solas contigo,
que un golpe de viento me devuelva a tu mar eterno.