RECUERDO
Como por el cristal de una ventana,1
en Zegla, a orillas del Teribe, un día
(mil novecientos treinta y seis) veías
desfilar la corriente de Santa Ana.2
Con las enaguas rojas de tu hermana
el tiempo por lo bajo discurría
—Y el agua es clara y fresca— me decías —
y lenta y dulce ha sido la semana—.
Feliz, serenamente grave, atento
miraba lo que me ibas indicando
con un dedo meñique adolescente:
—Bajo esas hojas que sacude el viento,
una guabina —estabas explicando—
¡y mira: un dios ahogado en la corriente!
Tristán Solarte
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