JUEGOS EN LA ORILLA
Iban por la orilla del río
a las afueras de la ciudad maravillosa
debajo de las vegetales jaulas de los pájaros
enloquecidos por el sol.
Lentas viajaban las barcas
por la sombra morada de las rocas,
y el salto de algún cuerpo
resplandecía al aire de la siesta.
Marchaban amistosos,
oyendo la frescura de los remos
cerca tal vez, lleno el pecho de vino,
turbios los ojos de pereza.
Se detuvieron en un prado
que dormido nacía de la orilla
en donde los muchachos abundaban
y multitud de perros.
Fueron llamados a jugar,
fue muy alegre el baño,
y el descanso de los cuerpos tendidos.
Con las horas
se iba alejando la alegría,
y el grupo, ya disperso,
vagaba indiferente.
Callados, contemplaban los jóvenes
la viva algarabía de los perros,
el misterio de la tierra apagándose.
Al regresar, iban hablando
palabras de oscuro sufrimiento.
Francisco Brines