Amargura en que el animal consiste
Aun cuando tejí mi armadura de acero
BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS
Bufón soy y mimo al hombre en esta escalera cerrada
Como un viejo chupando un limón seco
Cuentan que la Bella Durmiente
Del color de la vejez es el poema
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
El acto del amor es lo más parecido
El error de escribir y el error de vivir
EL LAMENTO DE JOSÉ DE ARIMATEA
El poema es la ciencia del esclavo
El poema es un rezo a la sombra
Era más romántico quizá cuando
Escucha en las noches cómo se rasga la seda
Esperando todos los días para que venga el cierzo
GLOSA A UN EPITAFIO (carta al padre)
Hablamos para nada, con palabras que caen
He vivido entre los arrabales, pareciendo
Hembra que entre mis muslos callabas
LA ALUCINACIÓN DE UNA MANO, O LA ESPERANZA PÓSTUMA Y ABSURDA EN LA CARIDAD DE LA NOCHE
LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPI
LA MALDAD NACE DE LA SUPRESIÓN HIPÓCRITA DEL GOZO
La Nada es un elefante cabalgando sobre el viento
La poesía es el destino de la lágrima
Los hombres del Viet son tan hermosos cuando mueren
Murió en Sicilia, a la edad de veintisiete años
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
No mataré ya más, porque los hombres sólo
Oh, dónde estás Hombre Enmascarado
Oscuridad nieve buitres desespero oscuridad nueve buitres nieve
Pero conoceremos otras primaveras
Pero no sólo los mendigos, padre, van al paraíso
Porque hiciste mi gesto eterno supe
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte
¿Quién me engaña en la noche, y aúlla
recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba
Se diría que está aún en la balaustra del balcón
Solos tú y yo, e irremediablemente
Suave como el peligro atravesaste un día
Te mataré mañana cuando la luna salga
Tengo un idiota dentro de mí, que llora
Todo aquel que atraviesa el corredor del Miedo
Un loco tocado de la maldición del cielo
Un poema que se enrosca a la vida
Una cucaracha recorre el jardín húmedo
Una mujer se acercó a mí y en sus ojos
Vi cuatro mujeres luchando por los senos de un muerto
Vosotros, todos vosotros, toda
Yo François Villon, a los cincuenta y un años
Yo he sabido ver el misterio del verso
Yo no hablo del sol, sino de la luna
Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur