DÉCIMAS
Yo soy bellísima Flor
quien viendo vuestra beldad
os rindió la libertad
dulce presagio de amor.
En caliginoso ardor
me intenta un fuego abrasar
ocasionado en mirar
en vos dando asombro al aire,
valentía en el donaire
y donaire en el mirar.
Cuando el remedio se ordena
de tanto desasosiego
busco alivio y hallo fuego,
busco gloria y hallo pena.
Si tal deidad me condena,
¿dónde iré? Mira que ya
la alma diciendo está
que firmeza en el olvido,
¿quién como vos la ha tenido?
¿Quién como vos la tendrá?
No quiero premio mayor
que queremos y serviros
y vengo ahora a pediros
licencia, hermosa Flor,
para teneros amor.
Un daño te estorbará
así pues preguntan ya,
viendo mis pesares ciegos,
gustosos desasosiegos
¿en el valle quién los da?
Dadme licencia, señora,
para amaros y quereros,
porque es imposible el veros
sin amaros, dulce Aurora;
quien esta verdad ignora
os pone en la soledad,
¿por qué esté con tal crueldad
y presa como enemiga
quien la libertad cautiva,
quien roba la libertad?
Cristóbal de Monroy y Silva