XVI
Del alba a la mañana, de la tarde al ocaso,
del impuro crepúsculo a las sombras totales,
algo del corazón, en pérdidas fatales
que roban lo más nuestro, cae entre paso y paso.
Nos morimos en un repetido fracaso,
bebemos demasiado los ardientes panales,
agotamos la dicha, y hasta los mismos males
merman, y un día queda sin nada todo el vaso.
Qué nos den más fuerzas para los deseos y los sueños,
y para el dolor, y para llenar la vida,
y para el alto volar, y para los empeños
tenaces y las ansias de no cansarnos nunca.
¡Ah, clamemos por no morir así, desde esa herida
fina y lenta, que ni se cierra, ni nos trunca!
Carlos Sabat Ercasty