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LOS 4 CORONELES DE RAMÍREZ

Ramírez tenía
cuatro coroneles:

Un coronel Blanco y un coronel Negro
y un coronel Rojo y un coronel Verde.
El coronel Blanco nunca fue a la guerra;
en el Tiro al Blanco lo encontraban siempre,
con su pistolita, con su escopetica,
con su uniformito de Blanca de Nieves.

El coronel Negro para las tristezas
cantaba milongas en los cabarets
y cuando Ramírez se descangallaba,
su coronel Negro le bailaba enfrente
gatos y rumbitas, choclos y estilos,
con copetinotes y copetinetes.

El coronel Rojo y el coronel Negro
eran la ruleta para los zoquetes
y en el veinte negro o en el quince rojo
se iban los morlacos de los petimetres.

Cuando algún secreto de Cancillería
hablaba un enviado con el Presidente,
pegado el oído, detrás de una puerta,
siempre estaba firme su Coronel verde.

Y cuando Ramírez quería hacer algo,
vestirse, bañarse, dormirse, moverse,
quería ser dueño de sus propios pasos,
ser suyo, ser tuyo, ser mío, ser jefe,
nombrar sus Ministros, firmar sus decretos
salían de pronto cuatro coroneles,
su coronel Blanco, su coronel Negro,
su coronel Rojo, su coronel Verde,
que si nunca fueron a la guerra, andaban
ayudando a chorros la guerra del Eje.

Por eso, Ramírez le escribe a Medina:
Querido Isaías: te pago tres fuertes
y me haces un cambio, por lo que más quieras,
por lo que más quieras, si me haces un trueque.
Un coronel Pérez hay en Venezuela
hijo de otro Pérez, que fue Presidente;
si tú me lo envías, si tú me lo cambias,
te doy, pelo a pelo, cuatro coroneles,
un coronel Blanco y un coronel Negro
y un coronel Rojo y un coronel Verde.

Allá no serían peligro ninguno,
allá por el eje partido está el Eje.
si tú me lo envías, si tú me lo cambias,
a Ravell, al Bepo y hasta al Grupo Viernes;
pero así me salvas, querido Isaías,
yo quiero vestirme, yo quiero moverme,
nombrar mis Ministros, firmar mis Decretos
ser mío, ser tuyo, ser suyo, ser jefe
y en vez de la angustia de andar amarrado,
teniendo a la pata cuatro Coroneles
que ya no son míos, porque yo soy de ellos,
que ya no los tengo, porque ellos me tienen,
poder algún día contestar sin miedo,
como con descuido, como Presidente,
cuando en una fiesta me pregunte alguno:
—¿Quién es ese joven?
—Mi Coronel Pérez.

La Juanbimbada, marzo de 1960



Andrés Eloy Blanco


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