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VAMOS, MARY, A VER LAS ESTRELLAS 1

¿Hay algo más, Dios mío?
Rubén Darío

Vamos, Mary, a ver las estrellas;
en la cúpula de aquel pino,
se ha dormido el último canto;
en la cúpula del pinar
se han congregado las estrellas.
Los barrenderos de las calles
dicen palabras de basura;
los serenos están roncando
y se despiojan las porteras,
la borracha del quinto piso
ha llegado; el padre y la madre
están contando la ganancia;
en la esquina una mujer llora
y un hombre amenaza... —no hay tela—
alguien se queja del estómago.
Vamos, Mary, a ver las estrellas...

En la plaza de la Alegría
ha dejado el último entierro
su perfumada condolencia;
todos están durmiendo, escucha:
Sin novedad en ambas zonas;
el Raisuni nos quiere mucho;
en el Ruhr andan en apuestas,
los alemanes, que se marchen
y los franceses, que se quedan;
dicen que el Príncipe de Gales
no es el jinete de Pegaso;
Mussolini ya huele fiambre,
la Guardia Roja rinde honores
al Comandante Casanellas;
Blasco Ibáñez defiende a España.
Vamos, Mary, a ver las estrellas...

Se acerca el mes de los astrónomos
—Marte navega hacia la tierra—
los turcos son hombres decentes,
se ahoga Egipto de Pirámides,
de Saharas y de Inglaterras;
nuestro vecino del segundo
le está pegando a su señora;
los yankees mataron a Wilson
para apresurar las estatuas;
por Hermosilla se comentan
las peripecias de Cavite;
un noble rico y averiado
defiende la pena de muerte;
Azorín entra a la Academia
y que espere el Padre Gracián.
Vamos, Mary, a ver las estrellas...

El Mundo es bueno; por el Mundo
corre un alisio de belleza;
sobre la casa de los Ruskin
flamea el invicto oriflama
con la divisa victoriosa:
¡Optima lex, manus injectio!
Por los ruidosos Occidentes
reina una paz de casa enferma;
la vanguardia de Capricornio
ha llegado a Hilarión Eslava;
se está reforzando la Crítica
sin pro de la casa de fieras;
Onán hace novelas cortas.
Vamos, Mary, a ver las estrellas...

¿Ves aquélla? Vamos a estarnos
aquí, toda la noche, en vela
para seguir todo su viaje
desde que sale de Alcalá
hasta que llega a Talavera.
¿Quieres dormir? Ya dormiremos
al ser de día; ¡el Mundo es bello!
Vamos a estar toda esta noche
con los ojos en Occidente,
donde la noche entra en la tierra
y así veremos cómo van
aterrizando las estrellas.
No estés mirando hacia la cama
ni hagas ruido, que están durmiendo
al lado dos recién casados.
Aún es de día en Nueva York,
y hace números Panamérica.
Dame un beso, que no se oiga...
Vamos, Mary, a ver las estrellas...

Madrid, julio de 1924



Andrés Eloy Blanco


1 Papel Literario de El Nacional, Caracas, 9 de junio de 1960, p. 5.


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