MITIN
Medio millón de hombres
se sacaron de los pechos
sus gritos de múltiple tono,
sus imprecaciones,
sus sarcasmos,
sus quejas,
sus oscuros pedruscos de voz,
y los fueron mezclando
en el sombrero de un hombre.
El hombre
se cubrió la cabeza,
marchó adelante,
subió al estrado y la lengua
le retoñó en el tallo de una palabra mestiza,
redonda,
prieta,
sustancial,
macerada en medio millón de ritmos
y cuajada en una verdad resplandeciente.
Después, aquella palabra
entró por medio millón de orejas
y a cada pecho regresó su grito
superado en frescura, en amor y en conciencia.
Andrés Eloy Blanco