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CAMINOS

Dijo un preso:
—Por la cañería
se podría enviar un mensaje
que caería en el río
y desembocaría en la mar;
en el mar lo encontraría un barco
y el barco empezaría a izar velas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podría el barco de la mar
meterse por el río, meterse por la cloaca
y una tarde cualquiera, la mar de dos azules
surgiría en el patio, empavesada.

Dijo un preso:
—Por el tubo del agua
se podría meter este grito admirable
que iría al acueducto
y de allí a las montañas emplumadas de nubes
y las montañas empezarían a moverse
con sus nubes de espuma en sus olas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podría la montaña
verterse en el raudal,
correr al acueducto, colarse por el tubo
y una tarde, del grifo nos podría saltar
la nube más azul del mundo.

Dijo un preso:
—Por el alambre de la luz
se podría meter esta hermosa palabra
que cruzaría la calles, cantaría en los postes,
llegaría a la dínamo, donde están los obreros
y al campo donde están los labriegos de bruces
y empezarían ellos a sentir que de pronto
se les iban poniendo las cabezas azules.

Y dijo el otro preso:
—También podrían ellos
meterse por el cable de la luz,
saltar sobre los postes, atravesar las calles
y una noche, a la hora de Silencio,
nos caería en las manos una palabra azul
con medio despertar y medio sueño.

Dijo un preso:
—Así también podría
meterse el sol en uno de sus rayos
y traerse los campos y los ríos
y el azul de todos los horizontes
y todo el bendito azul del Universo
y apearse por entre las nubes
y se nos partirá en dos la noche
con la grieta de un día
hasta ser, para siempre, nosotros,
los hombres del alma amanecida.

Y dijo el preso que no lloró nunca:
—Ya eso ocurrió y ocurrirá de nuevo;
aquí está el sol metido en agua fresca:
aquí está el huerto, aquí está el horizonte
y aquí el camino que no tiene atajo.

Todos volvimos la cabeza.
Estaba recio y limpio en la sombra del patio
y nos mostró, bajo el sol de su risa,
sobre el país de su pecho
la voluntad de sus manos.

Abril de 1929



Andrés Eloy Blanco


«Barco de piedra» (1937)
La Rotunda


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