ABEL Y SU CASA
LA CASA DE ABEL LLEGA HASTA EL MAR
Pegada al golfo
la dejó Gonzalo de Ocampo.
El golfo se la llevaba;
Jácome Castellón la alzó en sus manos.
¡El terremoto y el mar
se la llevan!
la salva sobre sus manos
Diego Fernández de Serpa.
La salvó en un salto al cerro
y se la puso al costado:
niña de tres cunas,
niña en tres regazos;
mar y terremoto, todo fue mecerla,
tuvo mil amores y vivió temblando.
Andrés Eloy Blanco