ÚLTIMO VIAJE
Camino del silencio
se ha ido. Va delante
de mí. Lleva su antorcha
a salvo ya de la traición del aire.
Va musitando el verso que no pudo
decir la última tarde.
Se perdió su sonrisa, y en sus ojos
tiembla el hondo pavor del que ya sabe.
Lo llamo, lo persigo. Ya no vuelve
el rostro a mí para decirme: “Padre,
ésta es mi juventud, yo te la entrego;
éste es mi corazón, y ésta es mi sangre”.
Cuando mis pasos, que la ausencia anima
y le siguen en pos, le den alcance,
juntos los dos ante el cristal que funde
liberadas del tiempo las imágenes,
veré su faz y miraré su frente
en el hombro paterno desmayarse.
Allí sabremos ambos quién ordena
partir un día, y la razón del viaje.
Enrique González Martínez