EN LA TERRAZA DE UN BAR
Hojeo el periódico y contemplo
cómo la luz del sol, muy decidida,
avanza por la plaza y va ganándole
la batalla a la sombra. Se diría
que el mundo está bien hecho (y yo no sé
si en día tan radiante alguien podría
afirmar que verdad tan verdadera
encierra una mentira).
Zurean las palomas y en el suelo
picotean inquietas, perseguidas
por infantiles hordas. Van y vienen
las gentes con sus prisas.
Hay en mi mesa un libro y un martini,
el móvil, un cuaderno, una revista.
En este instante pasa una muchacha
por delante de mi melancolía.
Es muy hermosa y anda sonriente,
camino de las cosas de su vida.
Recién duchada, con el pelo aún húmedo,
llega tarde a una cita.
Por supuesto, me ignora. Ni siquiera
se percata de que este que la mira
es sólo un desdichado que no es
ese que está esperándola y agita
impaciente su mano jubilosa
allí, en aquella esquina.
Eloy Sánchez Rosillo