DESENCUENTRO
Es esta apresurada, entrecortada
conversación de quién con quién, y es
la conciencia de que algo imprescindible
—algo que a mí y al que en mi ser se obstina
en no escucharme y en tergiversarme
nos habría salvado— nunca fue
dicho completamente entre uno y otro,
ni entonces ni después ni en este ahora,
o fue mal pronunciado y mal oído.
Sería necesario el tiempo quieto
de un reloj sin agujas para hablar
alguna vez del todo y hasta el fondo
con el que en mí me niega y me desdice,
mi tan ajeno yo, mi inconciliable
extranjero de dentro. Y que una voz
desconocida —de ambos, de ninguno—
dijera al fin del improbable encuentro:
«¿Qué hiciste de tu vida? ¿Cómo has tardado tanto?».
Eloy Sánchez Rosillo