AYER Y HOY
Qué extraña y sorprendente,
la prodigiosa vida.
Antes vivía en el temor, y quise
inútilmente disputarle al tiempo
mis grandes y pequeñas posesiones,
hasta llegar al ínfimo abalorio.
Ahora dejo la puerta de mi casa
de par en par abierta. Entran y salen
las cosas de este mundo, pero aquellas
que más amo conmigo permanecen.
Nada acaba o se pierde: gira, y torna
purificado a nuestro corazón;
nube que luego es lluvia, fuente y río,
nube otra vez, y lluvia y ancho mar.
Supe de la añoranza y el lamento.
Ahora celebro y canto.
Eloy Sánchez Rosillo