LA MONEDA
La moneda, en el aire, gira y gira.
De mañana la alzó un impulso súbito
e irreflexivo de mi ansiosa mano
y en la luz de la altura centellea.
Es hermoso mirarla, e inquietante.
Brilla mucho allá arriba y se diría
que no desciende aún, que evoluciona
sin cesar en un punto sobre sí.
¿Cuándo caerá a mis pies, y de qué parte?
La sigo absorto, e imploro que lo haga
por el lado propicio, por el lado
en el que está mi suerte y que elegí
por decisión arcana del destino.
Mas la moneda tarda en regresar
desde el cielo hasta el suelo. ¿Qué sucede?
Da vueltas y más vueltas, pero no
pierde apenas altura. Es bien extraño
que tanto se demore, desoyendo
las leyes de la física. Mis ojos
están muy fatigados y me duelen
de observar sin descanso ese pequeño
y refulgente trozo de metal.
Va declinando el día y no se cumple
el momento que espero. No consigo
ver la moneda ahora. Me lo impiden
las luces y las sombras del crepúsculo,
que desdibujan en la incertidumbre
la inexplicable línea del caer.
Cuando al fin pueda oír su golpe en tierra
Se habrá posado ya sobre mi mundo
una cerrada noche impenetrable.
En tal oscuridad ha de perderse
el circular enigma que cifraba
en sus giros mi dicha o mi desdicha.
Y su cara y su cruz nunca habrán sido.
Eloy Sánchez Rosillo