EL SILENCIO DEL ÁRBOL
Por mucho que parezca que nos habla,
está callado el árbol.
Pero no es mudo su ensimismamiento:
algo nos dice el ser como él se muestra.
El mero estar ahí de cada cosa
es suficiente luz, signo bastante.
Hay que entender al árbol, escucharlo,
en su madera viva,
en el ciego abrazar de sus raíces
y en el milagro de sus hojas verdes,
en el zumbido oculto de la savia.
Comprenderlo en lo suyo: ese latir
que al fin nos une y pugna y no nos deja
sobre la tierra solos.
Eloy Sánchez Rosillo