SONETO XXXVII
De otros tantos, gran Dios, cielos y estrellas,
con cuanta allá luz y virtud se encierra
de otro Sol, Luna, fuego, aire, agua y tierra,
con cuanto obráis acá vos, ellos y ellas.
deudor os soy —¡oh, deudas, que entendellas
no puede el ser mortal, pues frágil yerra!—
y al mismo os debo a quien, en paz y en guerra,
disteis el cetro y la diadema de ellas;
deudor, mi sumo bien —¿qué digo o hago?—
deudor os soy del precio noble y alto
de la sangre filial —¡oh, inmenso abismo!—.
Pues ¿qué dará quien tanto os debe en pago?
Doy lo que soy por vos y, en lo que falto,
pague vuestro saber de sí a sí mismo.
Francisco de Aldana