SALMO X
Trabajos dulces, dulces penas mías,
pasadas alegrías
que atormentáis ahora mi memoria,
dulce en un tiempo, sí, mas breve gloria,
que llevaron tras sí mis breves días
mal derramados llantos,
si sois castigo de los cielos santos,
con vosotros me alegro y me enriquezco
porque sé de mí mismo que os merezco,
y me consuelo más que me lastimo;
mas si regalos sois, más os estimo,
mirando que en el suelo
sin merecerlo me regala el cielo.
Perdí mi libertad, mi bien con ella:
no dejó en todo el cielo alguna Estrella
que no solicitase,
entre llantos, la voz de mi querella,
¡tanto sentí el mirar que me dejase!
Mas ya me he consolado
de ver mi bien, ¡oh gran Señor!, perdido,
y en parte, de perderle me he holgado,
por interés de haberle conocido.
Francisco de Quevedo y Villegas