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LA GUERRA

Por razones que se calla
la historia prudentemente,
dos monarcas de Occidente
riñeron fiera batalla.

La causa del rompimiento
no está, en verdad, a mi alcance,
ni hace falta para el lance
que referiros intento.

Sobre el campo del honor,
cubierto de sangre y gloria,
donde alcanzó la victoria
más la astucia que el valor;

dos discípulos de Marte,
que airados se acometieron
y juntamente cayeron
pasados de parte a parte,

sumergidos en el lodo,
mientras que llegaba el cura
para darles sepultura,
platicaban de este modo:

SOLDADO PRIMERO

¡Hola, compadre! ¿Qué tal
te ha parecido el asunto?

SOLDADO SEGUNDO

Puesto que me ves difunto,
debe parecerme mal.

SOLDADO PRIMERO

Pues ha sido divertida
la función: mira a tu lado:
lo menos hemos quedado
doce mil héroes sin vida.

Y en esto me quedo corto,
que me enfadan los extremos

SOLDADO SEGUNDO

¡Con qué habilidad nos hemos
destrozado! Estoy absorto.

Ha habido alarmas y sustos
y muertes y atrocidades
para todas las edades
y para todos los gustos.

SOLDADO PRIMERO

Mas y o quisiera saber
por qué con tanto denuedo
nos matamos...

SOLDADO SEGUNDO

                              ¡Ay! No puedo
tu duda satisfacer.

Para entrar en esta danza
tuve que dejar mi oficio.
Sé que aprendí el ejercicio;
sé que estudié la Ordenanza.

Sé que, en compañía de esos
que están mordiendo la tierra,
me trajeron a la guerra
y me moliste los huesos;

y, en fin, francamente hablando,
puedo decirte al oído,
que he muerto como he nacido:
sin saber por qué ni cuándo.

SOLDADO PRIMERO

De tu explicación me huelgo,
porque mi vida retrata.

En esto, alzando la pata
un moribundo jamelgo:

—¡Gracias, dioses inmortales!
—dijo con voz lastimera; —
pues de la misma manera
morimos los animales.—

Cuando pasó la impresión
de tan extraño incidente,
así anudó el más valiente
la rota conversación:

SOLDADO PRIMERO

Aunque ignoramos la ley,
origen de esta querella,
juro a Dios vivo que en ella
lleva la razón mi rey.

SOLDADO SEGUNDO

¿Y por qué?

SOLDADO PRIMERO

                          Porque es el mío.

SOLDADO SEGUNDO

¡Qué salida de pavana!
La justicia es de quien gana.

SOLDADO PRIMERO

De tu ignorancia me río.

¡Pues cuántos que han hecho eternos
sus nombres con la victoria,
no han ido a gozar la gloria
de su triunfo a los infiernos!

SOLDADO SEGUNDO

Considera lo que dices,
porque estoy ardiendo en ira.

SOLDADO PRIMERO

¡No me alces el gallo!...

SOLDADO SEGUNDO

                                        ¡Mira
que te rompo las narices!—

Y, fieros y cejijuntos,
a combatir empezaron
de nuevo, ¡y no se mataron...
porque ya estaban difuntos!

Diéronse golpes crueles,
hasta que, hueca y ufana,
llegó la Locura humana
sonando sus cascabeles.

Puso paz entre los dos,
y dijo con desenfado:
—¿Qué es esto? ¿Habéis olvidado
que sois imagen de Dios?

Tal vez la inmortalidad
con justo título esperen
los que por la patria mueren,
por Dios, por la libertad.

Pero que el hombre sucumba
en conquistadora guerra,
cuando siete pies de tierra
le bastan para su tumba;

o que, en lucha fratricida,
entre, sin saber quizá
ni por qué la muerte da,
ni por qué pierde la vida;

esto mi paciencia apura;
y cuantas veces lo veo,
aunque soy Locura, creo
que es demasiada locura.—

Diciembre de 1857.

autógrafo

Gaspar Núñez de Arce


«Gritos del Combate» (1904)

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