EL OLVIDO
Nadie dirá que en esta misma mesa
fue servido el convite apasionado;
ni que en el vivo cáliz humanado
estuvo el agua de la vida ilesa.
Nadie dirá que la señal impresa
por el amor, la entraña ha taladrado.
Nadie sabrá que espero lo esperado
por la senda que a nadie me regresa.
Yo fui la vida y fui la idolatría.
Y tú el amor, tranquilo en su osadía,
terrible en sus verdades luminosas.
Tú el amor. Yo la vida solitaria
que hoy se abre hacia una dicha imaginaria
y cierra sus ventanas espaciosas.
Germán Pardo García