EL HUÉSPED
Vacío el tiempo en su quietud inerte.
Los caminos conclusos y sellados,
y en la sombra los ojos alargados
hacia el horror tranquilo de la muerte.
Dadme la vida, que en sus glorias vierte
sabor a triunfo y gozos humanados.
Dadme la vida, eterna en sus dorados
frutos de vida y de esperanza fuerte.
En mis zozobras languidece el ruego
como una antorcha bajo el aire ciego.
Y en las consternaciones en que habita,
sepúltase mi espíritu angustiado
como un huésped fatídico, encerrado
en una casa lóbrega y maldita.
Germán Pardo García