EL PRESAGIO
¡En qué desolaciones he caído,
yo, que soy luz de espacio y de esperanza!
¡Cómo la sombra hasta mi fuerza alcanza!
¡Qué pecho más salobre y contenido!
¡Qué amarga sed de cántaro extinguido!
¡Qué hambre de ternura y de bonanza,
y cómo está la pálida acechanza
de un presagio en el aire estremecido!
Bajo la soledad, sombra y ceniza,
hay algo inconsolable que agoniza.
Algo muy hondo que de mí se vierte.
Humillo las caóticas miradas,
y siento mis arterias consternadas
fluir en su amargura hacia la muerte.
Germán Pardo García