LLAGAS OCULTAS
No se ven mis heridas. Cuando entrego
por la calle a un amigo mano dura,
él no siente jamás la quemadura
que hace en mi alma el escondido fuego.
Mas cuando inerme por las noches llego
a mi casa desértica y oscura,
mi verdadera imagen que perdura
se vierte en un cristal íntimo y ciego.
Y entonces miro florecer la llaga
de mi subcarne. Ulceración tan vaga
como tú mismo, ¡oh Tiempo que me inmolas!
Así en la oscuridad y ante un espejo
donde incide mi rostro casi viejo,
miro mis llagas florecer a solas.
Germán Pardo García