Cantar de Mío Cid. Folio 46r
El obispo don Jerónimo revistióse apresurado
y en la puerta de la iglesia ya los estaba esperando,
bendiciones les echó, la misa les ha cantado.
Cuando salen de la iglesia cabalgan a muy buen paso,
al arenal de Valencia todos los del Cid marcharon.
¡Dios, qué bien que juegan armas Ruy Díaz y sus vasallos!
El que en buenhora nació tres veces mudó el caballo.
Satisfecho se halla el Cid de lo que estaba mirando.
Buenos jinetes allí los de Carrión se mostraron.
Con las damas se volvieron y ya en Valencia han entrado,
muy ricas bodas se hacen en el hermoso palacio.
Al otro día el Cid manda que planten siete tablados
y, antes de comer, las tablas de los siete derribaron.
Quince días bien cumplidos aquellas bodas duraron
y al cabo de ellas empiezan a marcharse los hidalgos.
Ruy Díaz el de Vivar, Mío Cid el bienhadado,
entre mulas, palafrenes y corredores caballos
lo menos un centenar de bestias ha regalado
y además muchos vestidos y ricas pieles y mantos,
y dinero de oro y plata que no es posible contarlo.
También se ponen de acuerdo de Mío Cid los vasallos
y a todos los invitados hicieron buenos regalos.
Al que algo quiere llevarse bien que le llenan las manos;
Anónimo, copista Per Abbat
Versificación moderna de Pedro Salinas