ILUMINACIÓN CAMPESINA
Alternando a capricho el candor de sus prosas,
Ruth sugiere a la cítara tan augustos momentos!
y Fanor en su oboe de aterciopelamientos
plañe bajo el ocaso de oro y de mariposas...
Ante el genio enigmático de la hora, sedientos
de imposible y quimera, en el aire de rosas,
ponen largo silencio sobre los instrumentos,
para soñar la eterna música de las cosas.
Largas horas, en trance de eucarísticos miedos,
amortiguan los ojos y se enlazan los dedos...
«¡Dulce amigo!» ella gime. Y Fanor: «¡Oh
mi amada!»
Y la noche inminente lame sus mansedumbres...
De pronto, como bajo la varilla de un hado,
fuegos, por todas partes, brotan sobre las cumbres.
Julio Herrera y Reissig