LUNA DE MIEL
Huyó, bajo sus velos soñadores,
la tarde. Y en los torvos carrizales
zumbaba con dulzuras patriarcales
el cuerno de los últimos pastores.
Entre columnas, ánforas y flores
y cúpulas de vivas catedrales,
gemí en tu casta desnudez rituales
artísticos de eróticos fervores.
Luego de aquella voluptuosa angustia
que dio a tu faz una belleza mustia,
surgiendo entre la gasa cristalina
tu seno apareció como la luna
de nuestra dicha y su reflejo en una
linfa sutil de suavidad felina.
Julio Herrera y Reissig