ALMAS PÁLIDAS
Mi corazón era una selva huraña....
El suyo asaz discreto era una urna.. ..
Soñamos . Y en la hora taciturna,
vibró como un harmonium la campaña.
La Excéntrica, la Esfinge, la Saturna,
acongojóle en su esquivez extraña;
y torvo, yo miraba la montaña
hipertrofiarse de ilusión nocturna.
—¿Sufres —me dijo—, de algún mal interno?
¿O es que de sufrimiento haces alarde?
—Esplín... —la respondí— ¡mi esplín eterno!
—¿Sufres?.... la dije, al fin. —En tu ser arde
algún secreto...¡Cuéntame tu invierno!
—¡Nada—Y llorando... —¡Cosas de la tarde!...
Julio Herrera y Reissig