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LA ESTRELLA DE LA MAÑANA

Niña, que en dulce placer
Duermes tus sueños de amores,
Despierta si quieres ver
Cómo despiertan las flores.
      Deja el sueño.
¿Por qué en dormir, alma mía,
      Tanto empeño?
Mira que ya viene el día,
Y que yo tras él me voy
Envuelta en nubes de grana.
Despierta, niña; yo soy
La Estrella de la mañana.

  Tú no sabes niña hermosa
Que cuando el alba despierta,
Se viste de oro y de rosa
Para llamar a tu puerta,
      Y que en tanto
Que del crepúsculo umbrío
      Rasga el manto,
Tibias gotas de rocío
Para ti vertiendo voy
Sobre la margen lozana?
Despierta, niña, que soy
La Estrella de la mañana.

  De pura mi luz presume,
Me trae la aurora en su frente;
Vengo llena de perfume
De las regiones de Oriente,
      Traigo flores,
Ámbar, perlas y ambrosía,
      Luz, colores,
Para que se adorne el día.
Por donde quiera que voy
Disipo la niebla vana.
Despierta, niña; yo soy
La Estrella de la mañana.

  Aquí te aguardo en el cielo
Con amorosa impaciencia,
Para regalarte un velo
De color de la inocencia,
      Niña, advierte
Que el sueño que en ti se anida
      Es la muerte,
Y yo te traigo la vida.
¿Por qué así te duermes hoy?
¿Qué triste ensueño te afana?
Despierta, niña, que soy
La Estrella de la mañana.

  Verás cómo rompe el día
Blanco, azul y carmesí:
Traigo de amor y alegría
Un tesoro para ti.
      ¡Ay! despierta.
Tu sueño me causa enojos:
Llamando estoy a tu puerta
Para mirarme en tus ojos.
      Aquí estoy:
Todo mi luz lo engalana.
Despierta, niña; yo soy
La Estrella de la mañana.

autógrafo

José Selgas y Carrasco


«El estío» (1853)

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