CONSUELOS DEL MUNDO
I.
¡Fuego! ¡Fuego!... y nadie acude;
Mudas están las campanas.
¡Fuego!... y la gente se ríe.
¡Fuego!... y riéndose pasa.
Mientras los ojos de Inés
Tan ardientes chispas lanzan,
Que a voces están diciendo:
«Este corazón se abrasa».
II.
¡Ladrones!... Y nadie acude.
¡Ladrones!... nadie se alarma;
Y bostezando en la esquina
Las diez el sereno canta.
Mientras a la pobre Inés
Dentro de su misma casa,
Y en presencia de su madre,
Le han robado toda el alma.
III.
¡Socorro!... (gritan) ¡Socorro!
Con voces atribuladas,
Y las gentes que las oyen
Ni se admiran ni se paran.
Y en tanto a la pobre Inés
Amargos celos la asaltan,
Y en su propio corazón
Le asesinan la esperanza.
IV.
Ayer mismo me contaron
Tu tristeza y tu desgracia;
Y por si buscas consuelo,
Oye estas cuatro palabras:
Dice un libro muy antiguo,
titulado Dicha humana,
Que las tristezas se curan
Mirando correr el agua.
Y pues tú tienes dos ojos
Y llanto en ellos no falta...
Ríete, Inés, de tus penas,
Mirando correr tus lágrimas.
José Selgas y Carrasco