TREN EXPRÉS
Dices llorando que voló impaciente
La llama de mi amor.
Es posible, mujer; mas ten presente
que vamos al vapor.
Me recuerdas que fuiste mi alegría...
Lo se, lo sé muy bien.
Pero no me detengas, vida mía,
Que va a partir el tren.
Cien veces te juré que soy tu esclavo:
Lo juro mil y mil;
Pero será un amor que al fin y al cabo
Se irá en ferrocarril.
¡Que fuimos muy dichosos, muy felices!...
¡Dulces recuerdos son!
Mas no me deja oír lo que me dices
El ruido del vagón.
Me juras que este amor es el primero.
¿Y a qué viene ese afán?
¡Mira qué confusión! ¡Cuánto viajero!
¿Los ves? Todos se van.
¿Dónde estaré, preguntas, a estas horas
Mañana?... ¡Claro es!
Lo menos a cien leguas... ¿Por qué lloras?
¡No voy en tren exprés!
Dices que estás muy triste desde anoche:
Lo siento, ¡pese a mí!
Mas espera, mi bien. que entre en el coche,
No me quede yo aquí.
¡Ya me acusas, cruel, porque inconstante
Será mi corazón!
Imagínate tú que a cada instante
Se cambia de estación.
Serena tu inquietud... ello es forzoso.
¿Te he de olvidar?... No sé,
Porque al fin es un caso muy dudoso,
Si descarrilaré.
Tu pena es grande y tu pesar profundo.
Muy bien; será verdad;
Pero es preciso recorrer el mundo
En gran velocidad.
No llores más, que ofensa a tus encantos
Tantas lágrimas son,
Ni detendrá por ti sus adelantos
La civilización.
Sonó el pito fatal... último toque.
¡Estás gimiendo aún!
Mañana, dulce bien, si no hay un choque,
Te adoraré en Irún.
Adiós, mi amor... mitiga tu esperanza,
Que a ojos que no ven...
Ruge el vapor... la máquina se lanza.
—Adiós... —Al tren. —Al tren.
José Selgas y Carrasco